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Salvo que no les gustan las pollas, estas jovencitas lo tienen todo. Pero no podremos follárnoslas en la vida porque a las golfas les gusta lo mismo que a nosotros: los coños. Así que debemos comprenderlas y conformarnos con hacernos una paja mientras ellas se lo pasan en grande jugando con sus tetas, sus culitos y esos chocitos que tienen tan apetitosos.

No está bien discutir por una polla, y menos si son madre e hija, por eso este tío ha decidido poner paz de por medio ofreciéndoles su rabo a las dos. Así que se arrodillan y comienzan a compartir pene lamiéndolo como dos gatas en celo. Pero que buena persona es él, encima luego reparte su semen a partes iguales en sus dos boquitas.

Hace tiempo que romí con mi novia, pero una vez al mes solemos quedar para cenar y recordar viejos tiempos follando como cerdos. Ella tiene su pareja y yo la mía, pero deben respetar esto, no nos queremos ni nada de eso, es simplemente que necesitas follar de vez en cuando.

Esta madurita ya no ofrce la leche con galletitas a los amigos de su hijo cuando van a  casa. Como se han hecho mayores, ahora directamente les ofrece sus tetas y su coño para que se sirvan ellos mismo. Y como está como un tren no hay ni uno que no se la folle.